Opacos llegan y brillantes se van
Tierra de oportunidades. El paseo Ahumada es un espacio de más de quince mil metros cuadrados en el que millones de personas transitan a diario, pero unos cientos la ven como un lugar donde ofrecer sus servicios, comerciar o mostrar sus artes y talentos. Hay músicos, tiendas de ropa, de alimentos o tecnología. Además de comediantes y lustradores de calzados. Estos últimos con una de las labores más clásicas y recurrentes en el gran paseo.
De
polerón y jeans, a las ocho de la mañana, Santiago Olivares deja la casa de su
hermana en la comuna de La Granja, acompañado de su gran maleta camino al metro. Cuando llega a estación Plaza de Armas,
el hombre de 58 años se dirige a uno de las más concurridas calles de Santiago:
la esquina Ahumada con Huérfanos. "Los fines de semana siempre estoy en
Ahumada, los demás días me muevo por las otras calles", manifiesta el lustrador.
Esto por la diferencia que logra percibir respecto al volumen de personas en
las distintas calles dependiendo del día.
Esponjas húmedas, escobillas, tinta,
grasa y betún son algunas de las cosas que el artista necesita para empezar a
trabajar en los calzados de los capitalinos. Hace poco más de 20 años que
Santiago se unió al Sindicato de lustradores de calzado de la Región
Metropolitana, quienes le proporcionaron, entre otras cosas, la elegante silla
con el logo de la Ilustre Municipalidad de Santiago. Desde entonces se ha
dedicado a aprender y a mejorar por su cuenta para dejar impecable los zapatos
y botas de sus clientes.